Job 1

INTRODUCCIÓN 

El libro de Job, como otros libros de la Biblia, lleva el nombre de su protagonista. Se desconoce quién lo escribió y el texto no lo revela. Dado que incluye el relato de la muerte de Job (42:17) y narra hechos que él desconocía, es evidente que no pudo ser escrito íntegramente por él. 

El autor relata un episodio de la vida de Job en la que él es probado, y el carácter de Dios revelado. Pablo cita a Job en el Nuevo Testamento dos veces. Una en Romanos 11:35 (“¿o quién le ha dado a Él primero para que se le tenga que recompensar?”) y en 1 Corintios 3:19 (“Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios. Pues escrito está: Él es el que prende a los sabios en su propia astucia.”). Y por otro lado tanto Ezequiel como Santiago mencionan el nombre de Job, dando a entender que fue un personaje histórico. Algunos eruditos han situado los acontecimientos de este libro en el período patriarcal, alegando la ausencia de referencias al pacto de la Alianza o a la Ley. Dos hechos corroborarían la teoría de que de que el libro precede la época de Moisés: El ministerio de Job como sacerdote familiar y la falta de referencias al tabernáculo, el templo o la ley. En contra de tal deducción, sólo podemos señalar que Job no era israelita (era de la tierra de Uz). Por tanto, no cabría esperar referencia alguna al pacto de la Alianza, la Ley, el sacerdocio, o el templo. Se dice que Job, Noé y Daniel fueron los tres hombres más justos de todos los tiempos (Ezequiel 14:14, 20). 

La fecha de composición del texto es objeto de considerable debate. Si los eventos tuvieron lugar durante el período patriarcal es probable que el libro se escribiera poco después para preservar la historia. Por otro lado, durante el reinado de Salomón se produjo un notable auge de la literatura sapiencial, por lo que no hay que descartar que el Libro de Job forme parte de estas obras literarias. 

El género literario del libro es la literatura sapiencial, aunque carece de aforismos sapienciales, como Proverbios y Eclesiastés. Sin embargo, puede considerarse una pieza única de la poesía didáctica basada en hechos históricos. El autor no pretendía que el libro fuera una transcripción, al estilo periodístico de lo que ocurrió o se dijo. Más bien, emplea un estilo dramático y poético que, de forma literaria, expone aquello que ocurrió en la vida real. Parece obvio, que el estilo poético del libro ha resultado ser la mejor forma de preservar su mensaje. 

Aunque un texto tan largo y complejo como el de Job probablemente alberga más de un propósito, el mensaje general del libro da a entender que la razón del hombre no puede explicar el sufrimiento humano. El texto pone de manifiesto que el misterio de la voluntad divina no contradice ni la bondad ni la soberanía de Dios, sin embargo, sigue siendo inalcanzable para el ser humano. El libro deja un final abierto que da pie a que sus lectores saquen varias conclusiones: Primero, que Dios nunca prometió que este mundo sería un lugar seguro, ni uno en el que siempre se va a bendecir materialmente a los justos. En segundo lugar, Job nos hace ver que lo limitado de nuestra experiencia no nos sitúa en una posición privilegiada para cuestionar a Dios (aunque Él acoge con agrado nuestras preguntas). En tercer lugar, que nuestras perspectivas limitadas y terrenales tienden a magnificar nuestro sufrimiento, mientras que la perspectiva eterna y trascendente de Dios nos aporta claridad, aunque no la suficiente, al menos mientras vivamos aquí en la Tierra. Y, por último, que debemos resignarnos a poner nuestra confianza en la siempre mayor sabiduría de Dios, como concluye Job en el capítulo 42. 

La gran piedad de Job (1). 

Nos encontramos ante la definición de un hombre piadoso por antonomasia. No es un “héroe” inventado. Fue un hombre oriundo de su propia tierra: Uz. Cuya ubicación exacta es incierta, aunque suele asociarse con Edom al sur (cf. Lamentaciones 4:21). Uno de los amigos de Job, Elifaz, era de Temán, una conocida ciudad edomita. Y Aram al norte (Génesis 10:23).  

Job vivía en una gran ciudad amurallada y era uno de los mayores ganaderos de oriente. Tenía 7 hijos y 3 hijas, era Anciano y participaba en el gobierno de su ciudad, siendo respetado por todos. La Biblia lo describe como un hombre intachable, justo, temeroso de Dios y apartado del mal. Job era un hombre íntegro, en el que no había contradicciones entre su fe y su vida cotidiana. Su reputación no pasaba desapercibida ni en la Tierra ni en el Cielo. En el versículo 8, Dios mismo afirma: “No hay nadie como él en la Tierra, varón perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (1:8). 

Sin embargo, la perfección de Job no es la que nos imaginamos. En Job 7:21 dice de sí mismo: “¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?”, o en Job 9:20 “Si yo me justificaré, me condenaría mi boca; Si me dijere perfecto eso me haría inicuo”. Por lo tanto, se desprende de su lenguaje que Job había puesto su confianza en Dios, y en la redención que tanto necesitaba. La fidelidad de Job radica en su sinceridad, y coherencia. Por estos rasgos honraba a Dios, tanto en lo familiar y personal como en lo público (1:4-5). 

Nuestro comportamiento es importante. Los que estamos en Cristo debemos aprender a ceder “terreno” al Espíritu Santo, para que nuestras vidas sean cada vez más agradables a Dios mientras nos alejamos paulatinamente del mal. Y para ello, sin duda, hará falta más conciencia de pecado, más arrepentimiento, y más santificación. 

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