Génesis 9:18-23

Noé planta una viña, se emborracha y es burlado por Cam (18-23)

El futuro de la humanidad recae en los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet. De ellos surgirán todas las naciones y razas. En el capítulo 10 se detallan los descendientes de cada uno, demostrando que Dios valora tanto la diversidad como la unidad entre los pueblos. Cada grupo humano tiene su propia identidad, y las acciones de un individuo pueden marcar el destino de toda una comunidad

La historia del Diluvio culmina con el relato de la embriaguez de Noé. Este episodio, aunque breve, resulta crucial al identificar a Canaán como hijo de Cam. Esta revelación sienta las bases para futuras narrativas y conexiones temáticas.

El ciclo de la desobediencia se repite. Del Edén al post-diluvio, la humanidad demuestra su incapacidad para disfrutar plenamente de los dones divinos. La embriaguez de Noé, al igual que la transgresión de Adán, revela una profunda herida en la naturaleza humana. La desnudez, en ambos casos, simboliza la pérdida de la inocencia y la separación de Dios

Siguiendo los pasos de su padre Lamec, Noé se dedicó a la agricultura, plantando una viña. La embriaguez que sobrevino tras la primera cosecha lo llevó a una situación humillante. La reacción de Cam, al burlarse de su padre ebrio, fue aún más reprochable que el pecado de Noé, desencadenando una serie de eventos desafortunados.

Noé, el hombre que había encontrado gracia ante los ojos de Dios, sucumbió a la debilidad de la carne. Su hijo Cam, en lugar de mostrar compasión, aprovechó su vulnerabilidad para burlarse de él. Este episodio revela un contraste marcado entre la piedad de Noé y la deslealtad de Cam.

Mientras Cam se burlaba de su padre, Sem y Jafet actuaron con reverencia y compasión. Al cubrir a Noé con un manto, demostraron un profundo respeto que contrasta con la deslealtad de su hermano. Este episodio bíblico subraya la importancia del quinto mandamiento y revela cómo las acciones, tanto buenas como malas, tienen consecuencias duraderas en las generaciones futuras.

Especulaciones acerca de la naturaleza del pecado de Cam aparte, lo que el autor, aparentemente, quiere mostrarnos es, simplemente, la diferencia entre las obras de Cam, y las de Sem y Jafet. Este contraste será la base sobre la cual vendrán maldición para uno, y bendición para los otros. Esta misma disparidad de obras entre los hijos de Noé es la que vemos en el relato de la Caída del capítulo 3. Cubriendo la desnudez de su padre, Sem y Jafet actuaron tal y como Adán y Eva (3:7), y Dios posteriormente (3:21), hicieron con la desnudez humana: Cubrirla en lugar de mirarla. Sin embargo, Cam no siguió ese camino. Sus obras tienen más que ver con la advertencia dada por Dios más adelante en la Torá “de no subir por las gradas al altar para que no quede expuesta nuestra desnudez” ante Dios y los demás (cf. Ex 20:26). Hay quien se avergüenza de su pecado y lo reconoce, primer paso para cubrirse con la misericordia de Dios, y hay quien es incapaz de percibir su propio pecado.

Los hijos de Noé pertenecen a dos grupos de seres humanos, por un lado, los que como Adán y Eva ocultan la vergüenza de su desnudez, y por otro, los que, como Cam, o más bien los cananeos, no perciben su propia vergüenza ante Dios. Para un grupo, la línea de Sem, habrá bendición (v.26); pero para el otro, los cananeos, solo puede haber maldición. Estos tres hijos -como más tarde la «simiente de Abraham», y las «naciones»- representan dos respuestas distintas a la culpa y a la desobediencia humana. Es en función a esa respuesta que vendrá la bendición de Dios, y no por pertenecer a determinada línea familiar.

Esta entrada fue publicada en GÉNESIS. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.