Salmo 26:7

26:7. Es lógico estar perdido en un mundo extraviado. Ciertamente nada podemos hacer en un mundo caído, de personas caídas, que además se haya cautivo por unas fuerzas del mal bien orquestadas por el diablo ¿Qué otra cosa podemos hacer que no sea suplicar misericordia y apelar al amor de Dios para ser librados? ¿Qué orgullo podemos abrazar que no sea tener un corazón agradecido y lleno de alabanza por todas sus bondades? Necesitamos ser más conscientes de todas sus obras. Enumerarlas, recordarlas y vivir agradecidos constantemente. Será muy fácil entonces proclamarle. Porque no habrá gozo mayor en nuestras vidas.

Sin duda, el valor de nuestra salvación se manifestará mediante un espíritu sincero de gratitud. Cuanta más gratitud, más humillación, pero también más gozo, y más adoración. Dios no quiere una alabanza abstracta. Él quiere oír de nuestros labios los motivos que nos mueven. Él ama la adoración sincera que nace de lo más profundo del corazón.

Cuando dejamos en manos de Dios todas nuestras cuitas. Abrimos camino para que Él obre. El gozo de Dios en nosotros no puede venir por lo que nosotros hacemos, sino por lo que le dejamos hacer. El gozo que nos hace cantar es aquel que celebra el nombre de Dios y sus obras ¿Cuántas veces no nos ha librado el Señor? ¿Y cuántas más no lo hará? Aprendamos a contar sus obras.

Hay muchas razones por las cuales los cristianos nos congregamos. Sin duda, es uno de los rasgos que caracterizan al creyente. A lo largo de toda la Escritura encontramos la costumbre de reunirse para ofrecer sacrificios de alabanza a Dios por sus obras, y para manifestar agradecimiento a Dios en medio de su pueblo. El texto bíblico nos dice que una vez en el templo, la perspectiva de la vida cambia totalmente. Dios ofrece a su pueblo la luz suficiente para entender el sentido y el propósito de todo lo que ocurre. Y, sobre todo, cuál será el final de todas las cosas.

“Jehová es bueno, y para siempre es su misericordia”. Es algo que no cambia en función de las circunstancias. No depende de nosotros, sólo de Él. Ahora bien, es nuestra responsabilidad creerlo o no. Hoy mi situación puede ser crítica, preocupante o incierta. Sin embargo, creemos que estas palabras son totalmente ciertas, porque provienen de Dios. Con estas palabras, el Señor nos revela cual es el final de nuestra historia. Un final en el que repetiremos con gozo estas palabras.

“Y su verdad por todas las generaciones” dicen las Escrituras. La verdad es atemporal, aplicables a todos los tiempos y a todas las edades. Nosotros pasaremos, pero la Verdad de Dios permanecerá inconmovible hasta el final. Hay una roca fuerte sobre la cual podemos construir nuestra vida.

¿Qué podremos hacer para pagar todas las bendiciones que Dios nos ha dado? ¿Cómo devolveremos a Dios tanta bendición a lo largo de los años? Él sólo nos pide que le seamos agradecidos, que no nos avergoncemos de su salvación, que nuestra adoración y alabanza fluyan de continuo de nuestra boca y que nos regocijemos por formar parte de un pueblo que le honra. Es en medio de la comunidad que Él ha redimido donde Dios se da a conocer a un mundo perdido.

Es importante que demos un lugar importante al congregarnos como pueblo de Dios. Porque Él es justo y juzgará rectamente. Él ha abierto nuestros ojos, nos ha hecho ver nuestro pecado y su salvación ganada en la Cruz. Levantemos nuestras manos hacia su santuario y alabémosle.

Como seres humanos, y más como cristianos, necesitamos que nos enseñen, que nos formen, que nos moldeen. Necesitamos conocer el camino de la vida. Si queremos proclamar el Evangelio, primero debemos empaparnos de la Palabra de Dios, y no valen los cursos intensivos. Hay que tomarla como el “maná”, y hay que hacerlo todos los días hasta el ocaso de nuestra vida. Que será nuestro principio.

Cualquier transmisión de la verdad, de la Palabra de Dios debe hacerse desde el gozo y desde la experiencia personal. El mensaje de Dios siempre ha ido acompañado de expresiones como el canto. La música siempre ha acompañado un mensaje que no puede esconder el gozo que conlleva.

Cuán bueno es observar y deleitarse en su obra. Inspirarnos en ella, descubrir a nuestro creador en las obras de sus manos. Que nuestras canciones, y alabanzas sean fruto de nuestro deleite en sus obras.

Hoy podemos deleitarnos además en la portentosa obra de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Nos ha dejado el legado de su obra en los Evangelios. Él es nuestra redención y nuestra reconciliación con Dios. El Rey que está sentado la diestra de Dios, y a quien se le ha dado todo el poder ¿Cómo vamos a callar? Si lo hacemos, ciertamente las piedras hablarán.

Existe una adoración, y una proclamación de la Palabra que pretende ser de Dios, pero que en realidad sólo es pura apariencia. Es la alabanza que es un fin en sí mismo. Es la palabra que sale de nuestra boca para no volver jamás, porque su recorrido es tan corto como el tamaño de nuestra lengua.

Sin embargo, David ha descubierto cual es la fuente de la Palabra de Dios, y cuál es el objeto de la verdadera adoración. David ha creído y ha experimentado la Palabra de Dios. Conoce por ella al Dios que la da a conocer. Recuerda los milagros y proezas que Dios ha hecho en su vida. Por eso el gozo que emana su corazón no puede contenerse. Porque de todos los males le libró el Altísimo. Porque David conoce el camino de la fe, del arrepentimiento, y del gozo supremo que fluye de la copa de su salvación.

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