Génesis 17;5

5. Llegado el momento, Dios cambia el nombre a Abram. Abraham será su nuevo nombre. Todos los cristianos también tenemos un nuevo nombre en el Señor Jesucristo. Somos una nueva creación, un nuevo ser en Cristo Jesús. Gran parte de la vida del creyente es descubrir y conocer nuestra nueva identidad en Cristo. En nuestro nuevo nombre están todas las promesas que Dios nos ha concedido por pura gracia.

En las Escrituras encontramos numerosos cambios de nombre. Cada cambio de nombre conlleva un cambio de rumbo en la vida. Implica no solo una nueva identidad, también una nueva realidad. Sarai (mi princesa) pasará a llamarse Sara (princesa) porque Dios le dijo que sería madre de multitud de naciones, Noemi se cambió el nombre a Mara (amargura) cuando perdió a marido e hijos, Dios cambió el nombre a Pashur, que persiguió a Jeremías, pasándose a llamar Maggormisabib (terror por todas partes) anunciando así su juicio que caería sobre él. El Señor Jesucristo cambió el nombre de Simón a Pedro cuando le anunció que iba a ser piedra angular de su Iglesia. Jesucristo ha prometido también a todos aquellos que guarden la fe hasta el final una piedra blanca con un nuevo nombre. Ello será para el creyente no solo una nueva identidad, también una nueva realidad.

En el nuevo nombre estaba la promesa. En Abraham había una gran nación. En este nuevo nombre todas las naciones de la Tierra serán bendecidas. Él y su descendencia tenían que ser luz a todas las naciones. Dios le iba a acompañar en todo lo que hiciera. Pero Abraham anduvo buena parte de sus días como un extranjero. Tuvo que pasar pruebas durísimas e incomprensibles como tener que ir a sacrificar a Dios su propio hijo, Isaac, el de la promesa.

A lo largo de toda la historia del pueblo de Israel Dios se acordará del pacto hecho con Abraham. Dios escuchará el clamor de su Pueblo por el pacto unilateral hecho con el patriarca. Durante mucho tiempo, el Dios de Israel no tendrá otro nombre que el de: “El Dios de Abraham, Isaac y Jacob”. La tierra prometida solo les fue concedida porque le fue prometida a Abraham. En otras ocasiones, cuando el pueblo desobedecía entregándose a la idolatría. Dios no los destruía por el pacto hecho con Abraham.

El ejemplo de la vida Abraham servirá de inspiración a todas las generaciones que le seguirán. Todas ellas compartirán su misión y su destino, al ser escogidas juntamente con él para servir al único Dios verdadero. El recuerdo de la promesa hecha a Abraham seguirá en la mente de Dios durante todas las generaciones que le siguieron hasta el día de hoy.

Abram significa “padre exaltado” y Abraham “padre de naciones”. En la promesa de hacer de Abraham “padre de naciones” va implícita la fe en la resurrección. Porque sabía que Dios tiene poder para dar vida a un cuerpo muerto, traer a la existencia aquello que aún no existe. El cambio de nombre también conlleva la evidencia del señorío de Dios sobre Abraham.

Todos los cristianos tenemos un nuevo nombre en Cristo. Debemos ser reflejo de su luz en toda nuestra manera de vivir. Su gracia sobre nosotros debe ser motivo de adoración y alabanza a Dios. La esperanza de su venida debe iluminar toda nuestra manera de vivir.

Esta entrada fue publicada en GÉNESIS. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.