Génesis 15:12

12. El cansancio y la fatiga alcanzaron finalmente a Abraham. Y es que mantener la fe en medio de ataques constantes no es fácil, aunque merece la pena. Hay un gran galardón que espera a todos aquellos que corren la buena carrera. Sin embargo, la depresión y el desánimo no son ajenos a todos aquellos que se esfuerzan por mantener en alto el baluarte de la fe. La fidelidad siempre demanda un precio y, con frecuencia, exige pasar por oscuros valles que parecen no tener salida. Pero la oscuridad, para el creyente, solo es momentánea y siempre anuncia la inminente llegada de la luz.

Es a la puesta del sol cuando las pequeñas estrellas, pero grandes en fulgor, asoman en el firmamento. Paradójicamente, es en la tenue luz donde Dios se deja ver con mayor claridad. Dios se ha manifestado en ocasiones en sueños, en medio de la oscuridad de la noche. Dios también trabaja mientras dormimos. Fue mientras dormía Adán que Dios tomó una de sus costillas para formar a Eva.

Dios también “actualiza nuestro software” mientras dormimos. Dios nos habla con un lenguaje especial en medio del profundo sueño, y lo hace con todo ser humano, tal y como nos dice el libro de Job. El imprime sus advertencias en cada corazón cuando este se haya en reposo.

Después de un encuentro personal con el Señor no podemos quedarnos indiferentes. Su revelación siempre nos llena de temor y de respeto. A su vez, nos hace sentir pequeños e insignificantes. Nos aparta del pecado y de los hombres que practican la maldad. Escuchar la voz de Dios solo puede llevarnos a caer de bruces delante de su presencia.

Dios ha tenido que poner fecha de caducidad a nuestras vidas desde la caída. El estropicio que han causado el pecado, y el mal que conlleva, ha arruinado nuestras vidas de tal forma que la muerte es tan inevitable como la misma vida.

La muerte sitúa a todo hombre y mujer en igualdad de condiciones delante de Dios. Desnudos de nuestros cuerpos, y en total transparencia delante de aquel que juzga tanto a vivos como a muertos.

Permanezcamos pues fieles al Señor, en constante admiración y temor. Alejémonos pues del pecado que nos asedia. Enfrentémonos a nuestro corazón. Reconciliémonos con Dios. Adentrémonos confiadamente en su descanso

Cuando Dios irrumpe en nuestras vidas, forzosamente caemos a sus pies. Sin humillación y quebrantamiento no es posible la conversión verdadera. Para observar las estrellas de nuestra fe, primero tiene que hacerse de noche. Es necesario abandonar aquellas viejas creencias que han sido nuestros amuletos hasta el día de hoy. Ahora es la Palabra de Dios la que es nuestra guía. Debemos aprender a ver mediante los ojos de la fe. Ejercitar el amor al prójimo. Habrá que escuchar a aquellos que tienen más años de experiencia en el Señor Jesucristo. Ahora también habrá que desprenderse de algunas cosas que atañen este mundo, no porque sean malas en sí, sino porque ahora es necesario que atendamos otras más importantes que conciernen al Reino de los Cielos.

A veces es necesario pasar por periodos de oscuridad. Porque, para el creyente, toda oscuridad sólo es la antesala de una nueva creación. El sueño profundo que sobrevino a Abram es el mismo que Dios trajo sobre Adán antes de crear a Eva. Estando en las manos de Dios, las pruebas y dificultades son sólo “salas oscuras” donde Dios revela su imagen en nosotros.

La revelación en sueños a los siervos y a los profetas de Dios es algo que ocurre con cierta frecuencia en las Escrituras. La densa oscuridad que rodeó a Abram indica que el sueño o visión que está aconteciendo es de origen divino. En la revelación Divina, la Palabra tiene siempre un papel destacado. Ocurre que Dios tiene, a veces, que “apagar las luces” para que atendamos su Palabra. La oscuridad invita a concentrarnos en el mensaje:” La descendencia de Abram vivirá sujeto a esclavitud durante un buen periodo de tiempo en un país extranjero”. Pero a pesar de estas malas noticias, Abram no duda en que Dios cumplirá tanto su promesa como su salvación.

Lo que Dios está anunciando a Abram no es una contradicción, pero sí una paradoja. Por la esclavitud que sufrirá su descendencia, esta heredará Canaán a través de la liberación sobrenatural que Dios llevará acabo al sacarlos de Egipto.

Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; 2 Corintios 1:9

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